domingo, 9 de junio de 2013

todos mis muertos

Traigo entre mi una canción arrugada
cuya melodía gira, se retuerce y tropieza
pero nunca alcanza ya la calma
y atravieza esta tempestad que tiene inundada la ciudad
y sitiada a la gente

Calla, vida, dame tiempo,
dame una certeza, promete que algún día
cantaré el idilio
donde el amor sonríe
y la gente no muere

(idea maravillosa,
estúpido sosiego,
insoportable levedad)

Trae contigo a todos mis viejos amigos,
a Leandro, a Selene y Martín,
a Mauro y a Cristo,
trae a mi familia jugando a la paleta en la playa
a Laica viajando a la luna,
trae las canciones del coro
y la torta del cumpleaños
trae a mi padre de Mendoza
y a mi madre de sí

(y un día cayó en un estrépito terrible
de la cama cucheta en la que dormíamos
en ese momento no pensé que podía ser
tan grave y peligroso
ni pensé que el hospital no es un lugar
para frecuentar)

 y yo todavía fuertemente aferrado
con todo mi cuerpo
y con toda mi alma
a la vida


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