El jugador insaciable pateó su mejor centro y la pelota se elevó, empequeñeciéndose, hacia el cielo rebosante de estrellas muertas de frío y empapadas de fábulas y de cuentos de antes, y asi atravesó el cosmos entero y cayó hondo en los agujeros negros de lo desconocido. ¿Hubo el jugador insaciable visto el recorrido eterno de la pelota? Si, hasta que sus ojos cansados y miedosos perdieron foco y se nublaron en la máxima expresión de los límites de su capacidad humana, capacidad finita y sacralizada, sobrestimado sosiego ante la noción nefasta de lo incognoscible, de lo que trasciende la capacidad misma de la razón y de la sensibilidad humana, como trasciende a la capacidad de una hormiga levantar el peso de una hoja demasiado grande y pesada en relación a la pequeñez y lamentable liviandad del insecto. No importa cuanta capacidad de alcance pretenda tener la propensión técnica del jugador insaciable. No encontrará artefacto o herramienta o recurso que le permita trascender sus propios límites racionales, forzados hiperbólicamente, cuya terrible vanidad adorna el desierto siniestro que encierra el vacío de la mente sola y separada del amor, del calor, del frío, de la verdad, del conocimiento, y de todas las fantásticas postergaciones consensuadas en pos de la desidia y el miedo al conocimiento del eterno devenir, que operan para subordinar la libertad al conformismo de la vida tolerada, oprimida, pero aparentemente perpetua
.¡OH Pobre jugador insaciable! Su juego se precipita a la inmensidad y a la eternidad pero sus ojos no le permiten quebrar los cercos de su propia finitud. ¡OH Pobre jugador insaciable! Mírate inventando verdades en tu más terrible desesperación, tanteando en las profundidades o en los cielos para luego negarlos y humillarlos, inventando fórmulas y sistemas lingüísticos y torpes convenciones sociales para erigir una gran fábrica de velos, que luego serán distribuidos para cubrir los infinitos padecimientos de la realidad, que reclama valentía y determinación, que exige desprecio de los pre conceptos, de las verdades eternas e imperecederas, que exige ahondar allí donde está oscuro y fundirse en la densa telaraña del universo
.¡Cuan grande es su duelo! ¡Cuan solitario es el camino hacia...si mismo! El jugador insaciable bebe y come y piensa y siente y se reproduce como las hormigas designan jerarquías relativas al alimento y a la reproducción como medios de supervivencia, o como las águilas se valen de sus garras para atrapar a sus presas.
Una vez Fassbinder dijo: "Creo que el entramado social en que vivo no está marcado por la felicidad y la libertad sino más bien por la opresión, el miedo y la culpa. Lo que a uno se le ofrece como vivencia de felicidad es, desde mi punto de vista, un pretexto que una sociedad marcada por las coacciones ofrece a los individuos. Y esa oferta, así no la acepto."
ResponderEliminarPor mi parte, me adhiero a esa postura y expreso mis condolencias hacia el pobre jugador insaciable.