martes, 16 de julio de 2013

esto que escribo hace mucho tiempo ya o quizas hoy pero como podrías saberlo

El viento casi llueve sobre la avenida. Siento una tristeza aguda en esta noche joven y escribo como desde afuera, me imagino ojos leyendo mis desdichas, criticando mis formas, mis palabras. Ya no quiero tener más pensamientos oscuros.

Te soñé. Caminaba entre los árboles y podía ver entre ellos algunos fogones lejanos. Escuchaba tu voz que cantaba enérgica y decidida desde todos los frentes. No podía decir de donde provenía exactamente, pero sabía que habían grupos reunidos en esos fogones y que en cualquiera de esos grupos podía estar cantando esa voz  que no quería escuchar, hoy no, porque me quiero olvidar, porque ya no quiero tener más pensamientos oscuros, quiero iluminarme, encenderme y convidar. Pero no podía decir de donde provenía exactamente y me sentía ebrio y débil y confundido y quería correr para escapar pero desde todos los fuegos venía tu voz, detrás de todos los árboles te ocultabas en una inmensidad inocua y no quería que vieras mis pensamientos oscuros, toda la noche tendida sobre mi. Y me arrodillaba en el barro para detener esa cegera blanca e intensa que no me guiaba hacia ningún lado, quería limpiar mi corazón lastimado, sentir un abrazo cálido de madre o de hermano, quería perdonarme por mi pasado blando y amargo. Amargo.

Hace mucho tiempo te volviste una espera sonando todo el tiempo en mi cabeza. En cada silencio que me permití pude oirte como un fantasma torturándome desde la posteridad. Busqué todas las formas de olvidar. Me alejé,  escribí miles de poemas e historias evocando sutilmente, poéticamente, la tragedia que pesaba en mi alma. Luego, me mantuve ocupado. Me doy cuenta de que te hice presente en el mismo acto de evadirte,  te afirmé al negar mi furia, y así esquivé mi parte en esto.

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