está vez vamos a llenar todos los costados, cada borde, junto a las cortinas, bajo el piano, en todas las esquinas que encuentre dentro de este círculo interminable. Me desbordan plastilinas desdoblándose y sobreponiendose. El color más amarillo que soñé. Mi noche viene pletórica en sueños. Padre, Madre, me he convertido en sapo. Cuando quede postrado en una nube esperaré a que vuelvan a nacer los velociraptores. Sólo quiero verlos a ellos. Bajé a este hueco para encontrarlos con sus misterios y sangre lenta. Miedo, hermano, salté a la soga y ya no sentí la endorfina. Decime si vuelve a pasar. A esta hora me marea lo blanco del día y la atmosfera me aplasta. Camino para atrás y para abajo, abajo y atrás, como descontando el tiempo. Agoto mis recursos compositivos, maestro, mi nombre no vino al recuerdo, más bien cayó en el camino junto a esta piedrita azúl que me regaló el viejo Ribem. Y sí encuentro, es para perder y sentir la noche sobre el colchón, comprendo, raído.
Entre posibilidades inmensas te revientas. Plouop. Parece que vengo cediendo. Aparece que voy a soltar. Aunque morir. Principalmente, junto a un bosque, en una casa de piedra y chimenea y un amor que dure al menos lo que dura este sonido en mis recovecos resonantes. Y sino en el frío más helado que congele todo lo que vine a ser y me dejé así, resquebrajándome de a poco como una estatua griega, sin brazos, sin nariz.
domingo, 24 de mayo de 2015
domingo, 17 de mayo de 2015
me había olvidado de que necesito cosas.
Fui con lluvia un miércoles, y volví con lluvia un lunes. El primero de los indicios fue algo en la conciencia, como un aviso, o una sensación a la altura del estómago apretado y algo como una tensión atrás de las orejas. También un ligero y progresivo entumecimiento en los hombros. Me había olvidado de que necesito cosas.
También pensé en cuanto podría odiar a todo el que quiero. Pero realmente ese camino no tiene mucho sentido, odiar, amar, no pesa mucho cuando en realidad, paso mis días, dejándome llevar, con gente que se mueve, gente que me rodea y piensa en mi de buena manera, con intención (no necesariamente buena-s) sino sincera de hacer cosas o al menos de estar, en este tiempo presente.
Y que difícil es vivir con su locura.
Fui con lluvia un miércoles, y volví con lluvia un lunes. El primero de los indicios fue algo en la conciencia, como un aviso, o una sensación a la altura del estómago apretado y algo como una tensión atrás de las orejas. También un ligero y progresivo entumecimiento en los hombros. Me había olvidado de que necesito cosas.
También pensé en cuanto podría odiar a todo el que quiero. Pero realmente ese camino no tiene mucho sentido, odiar, amar, no pesa mucho cuando en realidad, paso mis días, dejándome llevar, con gente que se mueve, gente que me rodea y piensa en mi de buena manera, con intención (no necesariamente buena-s) sino sincera de hacer cosas o al menos de estar, en este tiempo presente.
Y que difícil es vivir con su locura.
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