domingo, 24 de mayo de 2015

preborde

está vez vamos a llenar todos los costados, cada borde, junto a las cortinas, bajo el piano, en todas las esquinas que encuentre dentro de este círculo interminable. Me desbordan plastilinas desdoblándose y sobreponiendose. El color más amarillo que soñé. Mi noche viene pletórica en sueños. Padre, Madre, me he convertido en sapo. Cuando quede postrado en una nube esperaré a que vuelvan a nacer los velociraptores. Sólo quiero verlos a ellos. Bajé a este hueco para encontrarlos con sus misterios y sangre lenta. Miedo, hermano, salté a la soga y ya no sentí la endorfina. Decime si vuelve a pasar. A esta hora me marea lo blanco del día y la atmosfera me aplasta. Camino para atrás y para abajo, abajo y atrás, como descontando el tiempo. Agoto mis recursos compositivos, maestro, mi nombre no vino al recuerdo, más bien cayó en el camino junto a esta piedrita azúl que me regaló el viejo Ribem. Y sí encuentro, es para perder y sentir la noche sobre el colchón, comprendo, raído.
Entre posibilidades inmensas te revientas. Plouop. Parece que vengo cediendo. Aparece que voy a soltar. Aunque morir. Principalmente, junto a un bosque, en una casa de piedra y chimenea y un amor que dure al menos lo que dura este sonido en mis recovecos resonantes. Y sino en el frío más helado que congele todo lo que vine a ser y me dejé así, resquebrajándome de a poco como una estatua griega, sin brazos, sin nariz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario